Cosmin imparte clases tanto en modalidad presencial como online, y adapta todas las sesiones a las necesidades físicas y fisiológicas de cada participante.
Cosmin, ¿cuándo llegó el yoga a tu vida?
Te consideras un yogui no tradicional, en un entorno no tradicional…
No estamos en la India, estamos en España. El entorno habitual de un yogui en esencia se encuentra en la India. Así que no soy un yogui tradicional. Escucho música reggae y tengo familia, hago cosas diferentes a la de la vida de un renunciante.
Mi maestro, Manju Jois, hijo de Pattabhi Jois, el que diseñó el Ashtanga yoga, proviene de una família brahmín, y aún así, siempre recalca que “nos lo tomamos demasiado enserio”. Hay que adaptar la práctica a nuestro entorno, a nuestras capacidades, a nuestras vidas.
La imagen del yogui vestido de blanco no existe. La figura real de un yogui era la de un renunciante, un chamán que vivía en el bosque y dedicada su vida a experimentar con varias técnicas para entrar en éxtasis. Si tu intención es vivir como un sacerdote, ser un renunciante, entonces tendrás que irte al bosque y encerrarte en una cueva a practicar.
El yoga es sentarse en una esterilla a practicar, obersanvándose a uno mismo, estar con tu “yo”, observar cómo funciona la mente, el cuerpo y tratar de conocerse a sí mismo.
Por qué ha despertado tanto interés el yoga después de la pandemia?
La gente busca el yoga para sanarse, pero se sale un poco del propósito. La sanación es solo un producto secundario. La sanación ocurre, no tiene que ser su producto principal.
Se puede empezar así porque no todo el mundo conoce la esencia real del yoga, pero es importante aprender que no existe solo para sanarnos y estar contentos con nuestro cuerpo, por qué somos más que el cuerpo físico.
¿Puedes contarnos qué es el Ashtanga yoga?
En la segunda mitad del siglo XX, un maestro de Sanskrit, Pattabhi Jois, alumno y discípulo de T. Krishnamacharya y uno de los pilares del renacimiento del yoga moderno, utilizó este sistema como base para sus enseñanzas.
Eso fue en la época de transformación de la india, donde los hindús buscaban su nacionalidad, redescubrirse después de tantos siglos de ocupación británica.
Durante esa época, los maestros de yoga como Krishnamacharya buscaban lo mismo, que la gente reconectara con sus raíces, ya que los hindúes después de tanto tiempo en presencia de los británicos las desconocían.
En cuanto a los yoguis, en la India se sabía de la existencia de unos hombres raros que vestían como mendigos y eran reconocidos como hombres sagrados. Les mantenían mucho respecto, pero no iba más allá. La verdadera imagen del yogui era esa: un hombre desnudo, lleno de polvo y caminante. La imagen que conocemos del maestro vestido de blanco irradiando luz es una invención. Pero en el siglo XX se trabajó este estereotipo para atraer a más gente, ¿Quién quería relacionarse con un mendigo?
Krishnamacharya era un hombre muy presentable, un erudito: tenía 7 doctorados, sabía hablar, explicar y proyectar esa imagen del yoga a los demás. Patanjali aprendió e hizo las prácticas con él, y a continuación, las denominó Ashtanga yoga.
Para dedicarse al yoga, tuvo que dejar el colegio de Sanskrit y empezar a vivir como un hombre pobre, no obstante, le era muy gratificante, ya que todo el mundo recurriera a el para sanarse.
¿Cómo se expandió el Ashtanga yoga?
Muchos maestros empezaron a utilizar estrategias de marketing para hacer más atractiva esta práctica. Contaban leyendas, la denominaban milenaria… Pero en realidad no es una práctica antigua, es moderna y creada por el genio Kkrishnamacharva.
Una vez llegó a occidente se extendió de forma muy rápida, ya que era algo diferente y muy raro que rendía tu cuerpo a un estado de salud muy bueno y muy en forma. Al ser un ejercicio tan físico tuvo muy buena acogida.
De entrada siempre nos quedamos con eso, pero hay mucho más allá, prácticas internas que no se ven, que no se pueden poner en las redes sociales, por qué no tienen cuerpo. Vivimos en un tiempo que el hedonismo está en su máxima expresión. Está época tiene que cambiar, la gente tiene que entender que somos más que el cuerpo.
¿Quién puede practicar Ashtanga yoga?
Recomendaría a todo el mundo practicar Ashtanga yoga, pero es muy importante que encuentren un buen maestro. El buen maestro es el que se amolda a sus alumnos, no los alumnos a ellos.
Mucha gente se cree que es algo rígido y que nos tenemos que adaptar a la práctica. Pero es justo al revés, cualquier práctica genuina del yoga tiene que adaptarse al practicante, y no al contrario. Un verdadero maestro se adapta a ti y te enseña desde tu punto de vista.
No hay maestros buenos o malos, solo existen maestros con mucha o poca experiencia. Un maestro realizado y con una larga trayectoria te va a enseñar de tal modo que te va a hacer entender todo lo que necesitas para aprovechar la práctica. Pero un maestro con poco recorrido te va a decir de manera rígida de qué forma tienes que hacer las cosas. Pero eso no te dará paz, al contrario, estarás más en tensión.
¿Desde qué perspectiva se tiene que enseñar el yoga?
Cuando estoy con mis practicantes considero que estoy compartiendo lo que me gusta con los demás. Al final la práctica, la meditación en grupo, tiene sentido pero solo hasta un punto.
Cualquier practicante serio de espiritualidad sabe que la real transformación se produce estando solo. Hablando de esto como algo bueno, estar felices en soledad es una bendición.